Por Nando Lucio
Chamuco puede acurrucarse sin problema en el género de novela negra mexicana, enclavada en la violencia desmedida que aqueja ya de forma continua a nuestra sociedad. Nemesio, el protagonista, es orillado a formar parte de esta violencia, luego de un ominoso acontecimiento, y a lo largo de la novela vamos a seguir sus pasos, a tratar de entender, o no, sus motivaciones, rodeado de peculiares personajes que lo acompañarán a lo largo de su desarrollo. Una novela que nos sumerge en esa parte oscura de nuestro propio ser, que está, que existe, pero que no se despierta sino hasta que, por fatalidad, nos vemos frente a frente con el mismísimo diablo.
Veía de nuevo hace unos días este perfecto filme de David Fincher, Se7en, de 1995, con Morgan Freeman, Brad Pitt, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, y no pude no relacionarla con tu libro.
El Chamuco, el Demonio, el Diablo… ¿qué es en ambas obras? ¿Es la ciudad misma que rodea a los protagonistas? Este engendro de concreto, implacable, al que debemos enfrentarnos a diario. ¿Es la apatía de quienes presenciamos el mal y no hacemos nada, dentro de esta rutina a la que yo llamo ‘el cotidiano salvaje’? ¿Es, tal vez, lo que se desata en nuestro ser al toparnos frente a frente con la despiadada crueldad de un
monstruo que siempre, siempre es otro ser humano?
A Nemesio, como ya mencionaba, le despertaron de la forma más horrible esa parte que yace en cada uno de nosotros, pero que de forma consciente no activamos por las consecuencias que tendríamos, y porque no nos hemos visto en una situación tan extrema. Sin embargo, él sí, y es entonces que se busca justicia. Pero en un mundo tan
desolado, en un paraje tan inhóspito como el de Nemesio y el de millones de personas, esa justicia toma la forma de venganza.
Tú narras que esta historia se desarrolla en Hecatepec, pero escrito con H al inicio, y de inmediato me remití a Hécate, la diosa griega del bien y del mal, representada con tres rostros, tres caras, tres máscaras que miraban en diferentes direcciones. Y el CHAMUCO en tu libro lleva una máscara creada con la piel de sus víctimas, en un tono más oscuro, justo como después, en el siglo V, a esta diosa se le vio, ya asociada a la parte más negativa del ser humano: la muerte, la brujería, la magia, la Luna, los sueños, los perros feroces y las criaturas que se esconden en la oscuridad de la noche, y casualmente varios de estos elementos los encontramos en tu novela y en los personajes que conviven en ella.
El sueño de un ángel cogiéndose a un vagabundo. La noche, que es donde
generalmente se desarrollan las atrocidades narradas. Birnel, que repta en los momentos más oscuros de Nemesio. Y los perros feroces, representados no por el pequeño Napito, el fiel perro chihuahua ya viejito de Nemesio, sino por la prensa de nota roja, ávida de sangre, y por la autoridad incompetente que sólo se protege a sí misma y únicamente vela por sus intereses.
Volviendo al filme y a esta analogía con tu novela, la impulsividad de los personajes es algo constante. Mills, interpretado por Brad Pitt, y Nemesio, son víctimas de sus emociones y se alimentan de ellas, mientras que sus mujeres, Pequeña Flor, en el caso de Nemesio, y Tracy Mills (Gwyneth Paltrow) para Pitt, son víctimas de sus circunstancias.
Y entonces se pierde la cordura. Y el objetivo principal de esa justicia convertida en venganza se diluye ahora para transformarse en una venganza contra todo. Porque a pesar del esfuerzo a veces la vida se empeña en ponernos el pie, y a veces esa vida ya no es vida, sino un constante cuidarse la espalda, entre tanta injusticia. Como lo menciona el personaje de Rosario Villanueva: “Para la sociedad en la que vivimos, Nemesio, con la sangre hasta el cuello de tanta violencia, es importante que se conozca una historia como la de usted.”
En Se7en, al final, el personaje de Morgan Freeman, el detective Somerset, aún entre la ruinas de lo acontecido, tiene un dejo de esperanza… pero aquí, en Chamuco, el mundo ya no es ni siquiera un lugar por el que valga la pena luchar, mal citando la frase de Ernest Hemingway que el personaje de Freeman menciona. El mundo es una
desesperanzadora fosa común, un penetrante olor a carne quemada, un ensordecedor disparo en la combi camino a casa. Ahí nos vemos frente a frente con el mismísimo diablo. Y en un mundo que nos esclaviza al terror, la mayor libertad está en la locura.
agosto 30, 2024


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