Vislumbré al Otro Nosferatu desde que llegué al cine, de pie junto a la enorme fila para las palomitas, la cual estaba repleta de darketos y otros especímenes similares, adoradores todos de Lucifer. Fue como si ella lo hubiera invocado. Mira, le dije, es él. Pasó sin verme con sus ojos claros, vampirescos. Iba acompañado. Luego de que terminara la función, estaba afuera, de pie frente a la doncella. Miré su calva a la distancia, entre la oscuridad. Creo que no podrás presentármelo, dijo ella, y también dijo: por lo visto la película le dio hambre. Y es que el Otro Nosferatu le succionaba la boca, luego el cuello, a la doncella. A mi también: el Nosferatu de Eggers no solo me abrió el apetito, sino que me dio frío (porque en la sala pusieron, como en experiencia inmersiva, el aire acondicionado a fondo) y me dio sueño. Me jetié un par de veces sin querer. Cuando terminó la peli, Yazz me dijo: ¿Te gustó? Una pregunta muy difícil con una respuesta sencilla, que no le dije al momento. Salimos. También me estaba orinando. Cuando salí del baño me lo volvió a preguntar, aunque antes me dijo: La primera parte es súper fiel a Drácula… ¿Ya leíste Drácula?. Hace tiempo que ya no miento respecto a mis lecturas, así que le dije que de ningún modo. No le dije que en alguna casa lo había ojeado y que me dio una hueva sublime. Nomás había visto la de Coppola con Gary Oldman. Así que ella continuó su disertación. Mientras la escuchaba pensé en la fidelidad a la obra literaria, tan valorada por aquellos que han visto Pedro Páramo y Cien años de soledad en Netflix (yo aún no): estaba garantizada. Me gustó visualmente, le dije después. Sí, la fotografía es espectacular, dijo. Lo es, dije. Dos de tres aspectos con palomita, pensé. Sin embargo, dije, y tragué saliva… creo que la historia, creo que el lenguaje, la adaptación de los diálogos, es irregular. A veces suena a viejo, a veces a moderno (¿hipermoderno?). Pudo haber sido más uniforme, pudo haberse arriesgado más en la adaptación. También en el terror. Tiene años que no me espanto con una película. Y en este caso sentí nada de nada. Ninguna emoción. Todo fue muy plano. Muy frío. Ella asintió. Luego los gestos en las posesiones, seguí. Tienes el presupuesto para ponerles los ojos en blanco a los actores con fx, no pa que los echen patrás y se contorsionen como en ataque epiléptico. Ese acto puede mover a risa, le dije. Asintió también. Presupuesto, una palabra clave en el cine, pienso ahora. ¿Qué haría uno con eso? Uno cree que lo más chingón, pero este no garantiza nada. Lo garantiza el guion. Y ni eso. Pensé: los del CCC, los del Imcine, cualquier jurado de cualquier premio, habrían bateado ese guion mil veces. Pero está este individuo blanco y hermoso haciendo cine a sus anchas. Director de quien también vi una película suya otro primero de enero. La de The Lighthouse. Esa sí me gustó. Y había visto The Witch, la cual me latió en el momento en que la cabra negra se paró en dos patas y se puso a hablar. Seguimos avanzando sobre la fría Reforma, avenida que un día antes recibió el 2025 junto a PolyMarchs. Una rata salió de un arbusto y se echó un clavado en un hoyo. Lo de las ratas me gustó mucho, le dije a ella, quien no se inmutó ante el bicho (¿Le temes a las ratas?, me preguntó. Yo no, dijo. No le conté de la vez que tuve que matar a tres gigantescas, y que a partir de ahí no tuve miedo). Lo del barco, joder, ahí debió iniciar todo, dije luego. No estuvo de acuerdo. Luego habló de las actuaciones. Resaltó la de Lily-Rose Depp, la actriz protagonista (se me hace que es hija de Johnny), y la de Dafoe, quien siempre se rifa. Bill Skarsgård no le latió tanto (¿sería por su bigote a lo Vlad el empalador?) y lo confundió con el otro Skarsgård, Alexander, quien protagonizó la otra de Eggers, la anterior (El Norteño). Ambos Skarsgård me caen chingón, el segundo por True Blood. Vampiros al fin. Estaría bueno verlos juntos alguna vez, pienso ahora, si no es que ya lo han estado. Lo ignoro. Como ignoraba que Nosferatu es una apropiación que hizo Murnau cien años atrás (pionera del expresionismo alemán, corriente homenajeada en esta versión; una mano-sombra gigante, por ejemplo, navega la ciudad), se dice, para no pagar derechos por Drácula, novela de Bram Stoker. Personaje que yo llevaba en una sudadera, por si los fríos, la cual me regaló Aby un poco a fuerzas cierta vez, luego de molestarla mucho porque estaba muy chingona su prenda. Me la puse antes de detenernos a cenar en un puesto de hamburguesas. Devoré una y un hotdog; la catsup resbaló como sangre por mis comisuras.

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