Así se agarran unas nalgas,
pensé
en el momento en que aparece la enorme mano de Daniel Craig
entre los huevos de un broder;
así se chupa (y jala) una berga (no así el gatillo)
así se fuma (un cigarrillo de la amistad)
así se bebe (por cinco pesos)
así se coloca (de heroína)
así
se hace una película, joder
Queer Movie es cine. ![]()
Yazz llegó poco antes que yo. Finalmente. Decidimos inaugurar el #martesdepelis a razón de nuestro hedonismo y supuesta cinefilia. Hace veinte años que la conozco y apenas se nos ocurrió una cosa como esa (que no durará mucho), la cual nos llevará por derroteros (in)sospechados. Como esta cinta, cuyo cartel vimos ocho días antes afuera de la función del vampiro bigotón. Le dije: Está basada en la novela de Burroughs, creo (cosa que importaba poco). Su gesto me dijo: No sé. Recordé el momento exacto en que compré la traducción de Anagrama, la cual regalé a mi hermana algunos años después. Su oscuro prólogo y poco más, como si mis ojos no hubiesen atravesado sus páginas. Lo revisité (al prólogo) para esta inmundicia. Ahí el autor siente culpa (normal) de haberle disparado a la que era su esposa. Y entonces se embarca en un amor imposible. De esos en los que (casi) todos nos hemos metido. Fríos, secos, cuesta arriba. Pero lo relevante era Daniel Craig (a quien vi en The Girl With The Dragon Tattoo, no en Bond. Tampoco era importante). La mera tipografía ya decía algo. Un still que vi por ahí. Seguro estará buena, pensé. No estaba errado. ¿O sí? Acudir con una amante del cine de la calaña de Yazz es arriesgado. Porque arriesga uno el prestigio. Por suerte (bueno, no, gracias a los realizadores y su excelsa labor) terminó igual que yo: diciendo berga, es cine. Me preguntó si me gustó la película. (Me gusta esa pregunta. Es honesta. Es la pregunta importante, aunque los del cuec y afines pretendan lo contrario.) Le dije: Me mamó. Estaba extasiado. Estaba incrédulo. Porque encontré el balance perfecto entre cine poético y cine chido (?). Con gran score y soundtrack de los enormes Trent Reznor and Atticus Ross. Con tremenda fotografía (gracias, Sayombhu Mukdeeprom, te contrataré en mi próxima peli), heredera, se me ocurre, de Edward Hopper. Utilizadora de los recursos de ayer (maquetas) y hoy (IA) del cine. No mames que ‘Come as you are’ del maestro Kurt Cobain (Eusebio dixit) sonó casi completa y no importó. Pedazo de secuencia. Y el tacto de esa mano craigeana cachonda y curiosa (metida en hermosos y sórdidos hoteles; en seres incorpóreos) y el contraste entre la noche y el día artificiales; la pasión de un amante no correspondido a plenitud y sus adicciones (y sueños y malviajes), y sus cigarros en la mesa, sus libros (Bajo el volcán de Lowry, algún otro) y el mezcal y el tequila y los trabajadores y los perros de una Ciudad de México bien investigada (creo) de la mitad del s.XX, pero apropiada por el director que, me dijo Yazz, abandonó una premiación reciente. Eso me cayó bien de él. Veré qué más ha hecho este broder.


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