Hasta que el desprecio
de la persona que alguna vez dijo amarte
recorra tus nervios y corrompa
cada fibra viva
de tu alma;
hasta que sus palabras no dejen de arrancarte
la piel
y los secretos más íntimos que compartieran
importen menos que nada, sobre todo
cuando su expresión
su mirada se vuelva a la inversa de su cariño
y te devuelva
como un espejo más que roto
el odio, cuando se olvide
de la vez que te haya dicho
algo lindo
de cuando te haya ponderado
y dado tu lugar
de cuando le haya gustado tu imagen
-borrosa-
de cuando te haya dicho que era feliz
contigo
en una puesta de sol
o al amanecer,
será hasta entonces que podremos entendernos
un poco mejor
tú y yo.

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