Y fue la Luna quien cobijó tus besos
y el Sol tus uñas enterradas en mi espalda,
María Violenta,
deseo ferviente vuelto (ir)realidad
¿Desde cuándo querías cogerme?
-pregunté-
¿Puedes con esto?, preguntaste
mientras girabas el cuerpo para revelar
el tatuaje de tu espalda baja, su desembocadura
esa imagen
permanecerá en mi memoria
junto con tu olor salvaje,
el tierno sabor de tus recónditos labios
y la cálida humedad de tu entrepierna
perdurará
por lo menos esta semana
difícil
y recurriré a ella
-por lo tanto a ti-
cada que se aproxime
la tormenta.

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