
Rumbo al trabajo leí que el trabajo más gratificante es el que se hace por los demás. Por supuesto que lo es. El simple hecho de pensar en las horas que dediqué a la edición de Vengan de donde vengan luego de la jornada en La Máquina me para los pelos de los brazos (y de otros sitios). Congregar a todas esas personas en un solo volumen, con textos tan bergas que ya quisieran otros talleres (sobre todo talleristas, les mando besos), es algo que ni en el sueño más húmedo pude concebir. Fueron un motivo para continuar, y el hecho de poderlo presentar en un recinto como la Casa Universitaria del Libro UNAM / CASUL -gracias por el recibimiento- le dio un matiz de sueño más bien hecho realidad. Que, como todo sueño, no es necesariamente perfecto. Y qué mejor que muestre su imperfección. Las cicatrices están para mostrarse. Porque escribir es fracasar. Es renunciar. Es resistir. Es crear. Y esta fue nuestra creación. Nuestro libro. De cada uno de los talleristas -a los que adoro y agradezco por su esfuerzo-, quienes demuestran en estas páginas que cualquiera puede escribir, que no es oficio exclusivo de unos cuantos. Que esto puede implicar un trabajo colectivo. Para los otros.




















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