Ricardo Ríos, in memoriam

«La muerte es el telón
contra el que siempre bailamos,
pero bailando nadie se muere», escribiste
alguna vez, Ricardo V. Ríos
como escribiste
el resto de tus días;
te despediste
de mí
deseándome feliz Navidad
y quizá Año Nuevo
en un mensaje de texto
te había invitado
semanas antes
al taller
para que nos dieras una clase de poesía
aquella perra indomable a la que dedicaste
toda tu vida
desde que eras el niño
bajo cuyo brazo se resguardaba
una antología. La música, poeta
nos unió sin haberla escuchado nunca
juntos;
descubriste en mi fotografía
a quien no necesita de palabras;
gracias
por dejarme retratarte aunque no fuera
tu deseo
a discreción
publicaste tus textos
como hacen los verdaderos poetas,
esos
que se cuentan con los dedos
de una sola mano;
hoy quiero honrarte
con estas palabras quizá insulsas,
adoloridas
llorosas;
me habría encantado
componerte una canción
donde dijera que me alegró tanto conocerte
y haberme encontrado
con tu amable sonrisa,
con el suceder de tu música, Maestro,
con tu escritura
la única forma que tenemos
de no morir.

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