Para Andrea Ximena

Enamorarse de una voz es una cosa
muy distinta del amor a primera vista
o de amar el perfume de la piel de alguien
(en este caso una desconocida
con olor a pan de elote);
es la forma en que mis dedos tocan
(hipotéticamente) sus piernas, su cabello, el incierto
sabor de su saliva; es enamorarse
de la música de las palabras
que entona su voz, esa manera
en que son dichas
oraciones reconfortantes que podrían
salvar -o no- la vida
al ser rezadas
al ser oídas
como si amaran mi nombre
como si fueran las notas
de la más poderosa sinfonía.

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