Por Ricardo V. Ríos

I

Escuchar música
como se mira una escultura sonora.

Girar y girar en torno de ella.
Detenernos aquí, allá, para escucharla más y más…

Mirarla con la curiosidad primigenia del infante
que descubre maravillas en el más sencillo insecto o piedrecilla.

Escucharla. Escucharla. Escucharla.

Saberla inagotable, insondable, en lo que nos revela, nos entrega.

II

 Para Samuel Segura/Asedio

Ante el macizo sonido de la rola
que fiera serpentea entre nosotros escuchar
con oídos hechos todo cuerpo,
cuerpo recio, arrojado de frente
a esa materia, sí, inasible que es la música,
más golpeadora, rompe músculos, tendones,
huesos, huevos, desvirgina tímpanos.

Que va recio, de bulto el abrazo.
De otra manera no se le ama
en su dura y efímera carne excedida,
que en su sonar esa rola nos entrega.

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Ricardo V. Ríos. Ha sido incluido en La semilla desnuda (Ediciones Poetas en construcción e Instituto de Cultura Mexiquense, 2010). Entre otros títulos, ha publicado Cajón de Sastre (Spoonful Ediciones, 2017) o Blues en Grafía (Fichas Negras Ediciones, 2019).