Como lanzarse al vacío. Y tener huevos. Ser valiente. Mirarse a través del espejo del baño del corporativo en una camisa Calvin Klein. Mirar a los otros a través del segundo piso del metrobús. Sentir el aire acondicionado en la espalda repleta de sudor. El sol acariciando la mejilla barbada antes de ser invadida por las canas. Rodilla y muñeca moviéndose al ritmo de un blastbeat moderado, competente, posible. Una mata corta que no puede matear. Guitarreos blackers que laceran la conciencia y sirven de bálsamo. Que conmueven como si fueran de Interpol. O de Darkthrone. Se puede llorar, sí. Se puede tocar así. Se tiene que tocar así. No hay máquina que componga así. O sí, pero aún quedan humanos que imaginan estos escenarios sonoros. Estas construcciones emocionales. Una mujer en la portada recuerda a todas las mujeres. Para mal y para bien. Es el aroma de un cabello que no volverá a olerse. La intensidad de un doble bombo y un remate sabiamente ejecutados (emoción y técnica conjugándose); la melancolía de ir en transporte público hacia una chamba que aún no es. La incertidumbre del futuro haciéndose presente. El pasado rasguñando recuerdos que no existen. La máquina (humana) que irremediablemente habrá de devorarse. A eso me suena Lonely people with power, el nuevo trabajo de Deafheaven.

Una respuesta a “La melancolía de ir en transporte público hacia una chamba que aún no es”

  1. Muy bueno!

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