No te mueras sin haber amado
el amanecer cuando aún estás hasta el culo
–de borracho–
y las bocinas del estéreo suenan
detrás de ti; cuando una canción que te gusta
–mucho–
te recuerda que aún no has muerto, no todavía, que sigues
aquí, en el mundo, aunque no quieras; no te mueras
sin haber amado
el destello de una mirada que se muere
–por ti–,
sin haber vivido
de cerca la muerte
de tus sueños.
Deja una respuesta