Desahuciado en lazos rotos vive,
entre diásporas de alegría
y confusión;
la suya es la desgracia
de buscar la felicidad
todo el tiempo, casi todo
el tiempo.
Son oscuras sus mañanas
de sol radiante y frío
es su corazón
que late l-e-n-t-o
casi muerto, tirado
sobre el piso acompañado
de una bacha vacía,
de amargo alcohol que le sabe a glorias
perdidas, a días
perdidos, le sabe;
y por un perro, acompañado, que se acurruca
a un lado suyo, de la cabeza suya,
deshecha y triste, a veces feliz,
casi nunca
feliz, casi siempre
triste.
Es el infierno
de vivir mientras se muere
vivo, larga vida entonces
a morir como en vidas pasadas:
siempre de la misma manera, siempre
entregado al sinsentido
de cerrar los ojos
para mirar vidas pasadas
que no existen, que no existieron
nunca,
que no existirán
jamás
que no existirán
jamás.
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