Por Eusebio Ruvalcaba*
El escritor sin talento pero con tenacidad avanza más rápidamente que el escritor talentoso. Porque no acaba de asumirse como hombre de letras. Desconfía de que lo nombren polígrafo, poeta, novelista. Sabe que carece de talento y entonces sospecha del elogio, de la zalamería, del comentario apologético. El escritor sin talento pero con voluntad no se da por vencido. El hecho de carecer de talento lo obliga a acometer porfiadamente la consecución de su novela, sabe que su única diosa es la disciplina, y en esa medida trabaja y se entrega. Ahora bien, según estas líneas, un escritor con talento, ¿mejor debería dedicarse a manejar un taxi? No le vendría mal, pero he aquí el reverso de la medalla, lo verdaderamente interesante del asunto: es de admirarse aún más un escritor con talento que llega a cristalizar su obra. Porque tener talento significa tener todo en contra. Significa vencer la pereza, reírse con desparpajo de la solemnidad, soñar y dejarse llevar por los sueños. Tener talento significa arrostrar con dignidad y entusiasmo el fracaso, vigilar el pulso de la propia producción literaria, antever cualquier escollo que obstruya el ímpetu literario y sobrepasarlo. Tener talento, en fin, significa reconocerlo en los demás del gremio. Por encima de envidias y mezquindades, tan caras a los mediocres.
*Fragmento de su texto Sesenta guiños literarios.
Deja una respuesta