Miénteme como siempre (culpable o no)

El recuerdo es una fotografía indeleble: yo, de unos cinco años, sentado, recargado en una pared de mi casa, la que está junto a la puerta de salida, con un boliche en las manos a manera de micrófono, y mi madre al fondo, en la cocina, cocinando, mientras el disco, un acetato ya madreado que todavía conservo en mi colección (entre mis hermanas y yo, por ejemplo, rayoneamos con pluma el rostro de Luis Miguel) giraba en la aguja de un estéreo que aún existe pero que ya no funciona mientras yo cantaba “Esa niña”. Hoy veo la serie con avidez, y aún no puedo superar la grandeza del tercer episodio, sin dejar de reprocharles (un poco) la fondoguez del cuarto, que bien pudo hacer mucho más porque de verdad fuera suprema la aparición de “Culpable o no”, un tema insuperable que, habrá de disculparme Diego Boneta, nadie canta con la ponchadez de Luis Miguel. Hoy veo los viernes a los jóvenes veinteañeros (dieciochoañeros) escuchar “Fría como el viento” en los automóviles de sus padres antes de ir a la fiesta, o mientras dan el rol simulando que van a una, cosa que no pasaba hasta hace poco: ya nadie pelaba este material (y en el fondo me alegra que vuelva al ruedo). Y veo a Boneta en todas partes en carteles que remagnifican las greñas esas que tan de moda puso este hombre, unas greñas ahora tan ausentes, como ese cuerpo bronceado y mamerto, como esa misma ponchadez que llevó a la gloria una canción como “La incondicional”; aspectos del Sol que ahora son inexistentes. Y entonces pongo el álbum, en YouTube, y de inmediato me transporto a ese momento en el que canto con ese trozo de plástico duro, haciéndole al cuento, queriendo ser como él cuando sea grande (aunque termine pareciéndome mucho más a todo eso que el cantante repudiaba: el rock, la batería, el heavy metal; música con la que crecí al paralelo de este “Un hombre busca a una mujer”). Mi padre incluso asegura que estuve a nada de llamarme Miguel, e inventa que algo tenía que ver ese artista. No le creo: mi madre era fan pero no para tanto. Hoy le llamo por teléfono a ella, y por supuesto le pregunto si está viendo la serie. Me encanta que su tiempo de ocio lo culmine en Netflix y no en el canal de las estrellas, y me dice que sí, que la ha estado viendo. Le pregunto qué le ha parecido, y me cuenta que muy buena. “Ese Luis Miguel era un buen muchacho”, afirma, y estoy de acuerdo: lo dibujan como un buen muchacho que amaba a su madre y que un buen día la perdió. Y entonces recuerdo de golpe que mi madre solo estaba los fines de semana en casa, porque el resto de los días trabajaba, y en esta fotografía de la que hablo, en la que cantaba para ella “Por favor señora” o “Pupilas de gato”, seguro era sábado porque, insisto, no había otro día de la semana en el que pudiéramos convivir de ese modo. Y entonces ayer di con un par de videos de reacciones de extranjeros (personas de habla inglesa, cantantes) que daban su punto de vista tras escuchar, por primera vez en sus vidas (sin prejuicios de por medio) la voz de Luis Miguel, en videos con “sus mejores interpretaciones”. En general resaltaban su potencia vocal, su vibrato, su feeling, hasta su freestyle… pero me dio en el mero cora cuando una mujer mencionó, en el momento en que Luismi se agacha y expulsa toda el alma en un hermoso grito precisamente en ese tema estandarte, el del videoclip del joven soldado, la mujer mencionó: canta como un niño. Con esa entrega, con esa desesperación de decirlo todo, con esas ganas de llenar un vacío. Algo así dijo, y yo me partí en dos y creí entender algunas cosas de por qué me gusta tanto este tipo (bueno, me ciño a su discografía de los noventa). Y escucho este disco, y pienso que tiene puro trallazo, incluido el tema homónimo, y entonces también me acuerdo que al entrar a la escuela de cine me preguntaron de qué artista que me avergonzara escuchar haría un documental. Yo les dije a mis sinodales que no me avergonzaba nada de lo que escuchaba. Ellos insistieron con que algo tenía que avergonzarme, y yo les di el gusto pues sé que es muy mal visto que un metalero escuche Luis Miguel, así que les dije que uno de él. Me la compraron. Hoy me alegra que se haga su serie, y me sorprende mucho cuán sabrosa está. Casi tanto como este disco.

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