Por Juan Hernández Luna*
El edificio de enfrente tiene cuatro pisos.
El primero está sellado con celosías y herrajes.
El segundo tiene cortinas rojas y he visto a una mujer que afanosa limpia todos los días los mismos enseres y objetos.
El tercer piso es de muebles viejos y ahí viven tres ancianos. El edificio no tiene elevador, solo escaleras, por lo que imagino a los ancianos subiendo y bajando escaleras; de hecho no los recuerdo saliendo a la calle. Son como yo: permanecen todo el día en las mismas habitaciones, oyendo los mismos ruidos a las mismas horas del día.
El cuarto piso está fuera de mi vista, supongo que ahí habita el enemigo, que ahí se esconde un gran escorpión púrpura dispuesto a reventar mi vida, que desde ahí me observa y teje su maniobra.
*Fragmento de su libro Me gustas por guarra, amor.
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