Contar historias es inherentemente peligroso

Por Charlie Kaufman*

Contar historias es inherentemente peligroso. Si piensas en un evento traumático en tu vida, piensa cómo lo experimentaste. Ahora piensa en cómo se lo contaste a alguien un año después. Ahora piensa en cómo lo dijiste por centésima vez. No es lo mismo. Algunos componentes cambian. Uno, es la perspectiva. La mayoría de la gente piensa que la perspectiva es algo bueno en una historia. Puedes averiguar los arcos de los personajes, puedes aplicar una moraleja, puedes distinguirlos a distancia con comprensión y contexto. El problema es que esta perspectiva es una tergiversación del incidente; es una reconstrucción con significado y, como tal, se parece muy poco al evento.
La otra cosa que sucede al contar historias es el proceso de ajuste para la audiencia. Descubres qué parte de la historia funciona, qué partes embellecer, qué partes desechar. Tú lo creas. Tu objetivo, tus razones para hacerlo, son ser entretenido, ganar simpatía. Esto es cierto para una historia contada en una cena, y es cierto para historias contadas en películas.


*Fragmento de su discurso en los BAFTA.

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