Si el escritor fuera un ángel

*Por Etgar Keret

Así es como funciona el mundo. El escritor no lo creó, pero está aquí para decir lo que hay que decir. Hay una línea que separa matar bichos de matar ranas, e incluso si el escritor la ha cruzado en el transcurso de su vida, sigue teniendo que señalarlo. El escritor no es un santo ni un profeta guardián de las puertas del cielo; no es más que otro pecador con la conciencia un poco más aguda y un lenguaje ligeramente más preciso, que utiliza para describir la inconcebible realidad de nuestro mundo. No se inventa ni una sola sensación o pensamiento –todos existían mucho antes que él. No es en lo más mínimo mejor que sus lectores –a veces es mucho peor–, y así debe ser. Si el escritor fuera un ángel, el abismo que le separa de nosotros sería tan grande que su escritura no podría acercarse lo suficiente para tocarnos. Pero como está aquí, a nuestro lado, cubierto hasta las cejas de lodo y suciedad, es el que, más que ningún otro, puede compartir con nosotros todo lo que le pasa por la mente, en las zonas iluminadas y especialmente en los oscuros recovecos. No nos llevará a la tierra prometida, no traerá la paz al mundo ni curará a los enfermos. Pero si hace bien su trabajo, unas cuantas ranas más conseguirán salvarse. Los bichos, lamento decirlo, se las tendrán que arreglar por su cuenta.


*Fragmento de su crónica «Otro pecador», incluida en su libro Los siete años de abundancia.

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