*Por Malcolm Lowry
No para de leer este poeta en ciernes que un día
quizás figurará en esta misma antología
–es decir, dentro de diez años, en su versión revisada
lo que da a nuestro poeta buen tiempo para crecer–
lee y lee pero no comprende,
extraño incluso en su propia tierra.
Lee más como si escribiera entre sus versos
en los que adivina escaso sentido o locura.
Frente al genio de todos esos hombres su inteligencia
equivale a la del fogonero frente al marino.
Lee pero no alcanza a comprender.
Excepto en un fragmento de biografía,
que indica: «murió por propia mano».
*Poema incluido en su libro Un trueno sobre el Popocatépetl.
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