Antes de despedirte
no olvides regalar
una última sonrisa, como las veces
en que sonreías siempre, feliz;
una sonrisa sincera, una sonrisa que sea capaz
de decir
lo que las palabras esconden
porque son incapaces
de pronunciar,
porque las palabras tienen
sus limitantes;
porque nunca será suficiente
con decir:
ya no te quiero
ya no te amo, la pasamos bien, pero…
ya no.
Antes de despedirte
mira bien a los ojos
del otro
y en esa mirada encuentra
un abismo, y dile
que lamentas que las cosas no hayan funcionado
como hubieras querido,
dile que odias que el mundo
se acabe de pronto, tan de repente,
que aborreces que la vida se esfume así,
de golpe,
tan lastimosamente cruel y despiadada, sin la menor oportunidad
de reponerse; dile
que a pesar de eso escatimarás
cualquier esfuerzo de reconciliación,
la palabra clave
del fracaso
y del amor.
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