
Al final de la presentación de «¡Horda! y otros relatos» en el Pilares Velódromo (que Ana Luisa engalanó con su sapiencia y carisma), cuando le cedieron el micrófono al público, Martín hizo la pregunta más importante que me han hecho (y probablemente la pregunta fundamental para la literatura):
–¿Leer va a aliviar el dolor que me causa la pérdida de un ser querido?
Le agradecí y le dije eso, que era una pregunta mucho más grande que yo, pero que si uno, como supuesto escritor, logra alivianar al posible lector, aunque sea un momento, debería darse por bien servido. Ya hizo su chamba. No hay mayor aspiración. A la mierda el reconocimiento y la investidura. La escritura no sirve para nada más.
Luego hubo firma de algunos ejemplares. Charlamos, reímos. Y la tarde, que ese día fue hermosa, nos permitió caminar a gusto (a Marsi, a Gonzo y a mí) de vuelta a nuestros destinos.








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