Por Ricardo Garibay*
Una frase acá, otra allá… Leer y leer para dar con una frase, una breve sucesión de palabras que abren de pronto parte muy importante del mundo, descorren el velo y dejan ver algo que es bello y era ignorado. Sorprende mucho la frase, que agranda de golpe nuestra intelección y nuestro juicio. Sorprende mucho la visión repentina, que se expande entre signos de admiración. Un aliento de reverencia y gratitud se desprende del lector hacia el autor. Autor ya indeleble, amigo y maestro.
He podido ver innumerables veces que las horas, días o semanas empeñadas en un libro, valen porque se halla de repente eso que digo. Y digo se halla, no se encuentra. Se encuentra lo que se busca, se halla lo inesperado. Y cuando se halla no queda más remedio que pensar: Dios santo, qué hermosa verdad, y no la conocía; y no es un libro lo que ha tardado en aparecer, sino la vida toda. Los años vividos, ¿tantos!, entregados a dizque saber lo suficiente, a ver y oír hasta desechar toda posibilidad de sorpresa en las calles y los días, y tropiezo con esto, esta agrupación de sonidos que ahora mismo, ya, me hacen ser menos deleznable. Qué fortuna, el hallazgo: qué pobreza, cuanto lo antecede.
*Fragmento incluido en su libro Paraderos literarios.
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